En lo profundo de las colinas volcánicas de Shasta vivía una alegre ardilla llamada Álvaro. Álvaro era un poco diferente a la mayoría de las ardillas ya que fue criado por una generosa manada de lobos.
Álvaro y su manada de lobos hacían todo juntos.
Aullaban a la luna ...
Aullaban a los árboles ...
Jugaban sobre las flores que les daban alergia...
Pero lo que más le gustaba a Álvaro era desayunar con la manada. Todas las mañanas se reunían para comer y relatar sus heroicas historias. Saúl hablaba de los cachorros que rescató de un tumultuoso río. Frida contaba cuando se defendió del ataque de un puma.
Pero cuando los lobos empezaban a comer demasiado rápido, el Lobo Mayor les recordaba que debían comer más lento y usar los tenedores ... "¿Quiénes los criaron, los coyotes?
Álvaro soñaba con que algún día podría contar sus propias historias. Pero como no era ni muy fuerte ni muy feroz, se conformaba con disfrutar de las historias de los demás.
Una mañana, la manada decidió explorar el gran Monte Lassen, en busca de nuevas cosas a las que aullar. Aullaron a pájaros, a ríos, a una tortuga llamada Esteban, a las piñas de pinos, a otra tortuga que resultó ser Esteban que estaba regresando, a las nubes, a las cascadas y a casi todo lo que se encontraron en el camino.
De repente, mientras aullaban a un rosal, se escuchó un fuerte estruendo. La montaña se sacudió de tanto aullido y lanzó una avalancha de piedras alrededor de los lobos.
Cuando la avalancha terminó, los lobos quedaron atrapados. Intentaron trepar, pero fue inútil. La pared de rocas era demasiado alta.
Pero Álvaro no estaba dispuesto a rendirse. Inspeccionó la pared de rocas hasta que vio una pequeña franja de luz entre ellas, era un agujero demasiado pequeño para que entrara un lobo, pero perfecto para una ardilla.
La manada alentaba a Álvaro mientras se deslizaba a través del agujerito hacia el otro lado de la pared, luego subió la ladera de la montaña y tiró una enredadera para que los lobos pudieran salir de allí. Al poco tiempo, todos estaban a salvo. Álvaro ya era un héroe.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban, los lobos empezaban a contar las mismas historias de siempre. Saúl hablaba de su rescate en el río. Frida de cuando se defendió del puma.
Pero de repente, el Lobo Mayor se puso de pie y el silencio invadió la escena ... "Quiero escuchar la historia de la ardilla que salvó a su manada".
Cuando Álvaro dio un paso adelante para contar su heroica historia, todos los lobos empezaron a aplaudir y a alentarlo... “Está bien, está bien, contaré la historia, pero antes quiero pedirles una cosa ... usen sus servilletas, ¿Quiénes los criaron, los coyotes?
En lo profundo de las colinas volcánicas de Shasta vivía una alegre ardilla llamada Álvaro. Álvaro era un poco diferente a la mayoría de las ardillas ya que fue criado por una generosa manada de lobos.
Álvaro y su manada de lobos hacían todo juntos.
Aullaban a la luna ...
Aullaban a los árboles ...
Jugaban sobre las flores que les daban alergia...
Pero lo que más le gustaba a Álvaro era desayunar con la manada. Todas las mañanas se reunían para comer y relatar sus heroicas historias. Saúl hablaba de los cachorros que rescató de un tumultuoso río. Frida contaba cuando se defendió del ataque de un puma.
Pero cuando los lobos empezaban a comer demasiado rápido, el Lobo Mayor les recordaba que debían comer más lento y usar los tenedores ... "¿Quiénes los criaron, los coyotes?
Álvaro soñaba con que algún día podría contar sus propias historias. Pero como no era ni muy fuerte ni muy feroz, se conformaba con disfrutar de las historias de los demás.
Una mañana, la manada decidió explorar el gran Monte Lassen, en busca de nuevas cosas a las que aullar. Aullaron a pájaros, a ríos, a una tortuga llamada Esteban, a las piñas de pinos, a otra tortuga que resultó ser Esteban que estaba regresando, a las nubes, a las cascadas y a casi todo lo que se encontraron en el camino.
De repente, mientras aullaban a un rosal, se escuchó un fuerte estruendo. La montaña se sacudió de tanto aullido y lanzó una avalancha de piedras alrededor de los lobos.
Cuando la avalancha terminó, los lobos quedaron atrapados. Intentaron trepar, pero fue inútil. La pared de rocas era demasiado alta.
Pero Álvaro no estaba dispuesto a rendirse. Inspeccionó la pared de rocas hasta que vio una pequeña franja de luz entre ellas, era un agujero demasiado pequeño para que entrara un lobo, pero perfecto para una ardilla.
La manada alentaba a Álvaro mientras se deslizaba a través del agujerito hacia el otro lado de la pared, luego subió la ladera de la montaña y tiró una enredadera para que los lobos pudieran salir de allí. Al poco tiempo, todos estaban a salvo. Álvaro ya era un héroe.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban, los lobos empezaban a contar las mismas historias de siempre. Saúl hablaba de su rescate en el río. Frida de cuando se defendió del puma.
Pero de repente, el Lobo Mayor se puso de pie y el silencio invadió la escena ... "Quiero escuchar la historia de la ardilla que salvó a su manada".
Cuando Álvaro dio un paso adelante para contar su heroica historia, todos los lobos empezaron a aplaudir y a alentarlo... “Está bien, está bien, contaré la historia, pero antes quiero pedirles una cosa ... usen sus servilletas, ¿Quiénes los criaron, los coyotes?